El movimiento es la palabra del cuerpo.
El lenguaje no verbal es aproximadamente el 93% de toda nuestra comunicación. Eso quiere decir que nuestro mensaje verdadero se encuentra codificado en nuestro cuerpo y, para poder acceder a él, es necesario profundizar y escucharnos atentamente.
En ocasiones aseguramos “ser de cierta forma”, muchas veces con una connotación negativa, debido a que desconocemos quiénes realmente somos: las destrezas, habilidades, dones, apitutes… y todas esas cualidades que nos hacen únicos y especiales.
Yo siempre quise pintar. Durante mi vida he tenido mucha afinidad por los colores, los pinceles, las texturas y he admirado siempre el arte de los demás. Sin embargo, no me consideraba “buena” para poder pintar, aunque nunca lo había hecho. Un día decidí empezar a pintar y cuando lo hice descubrí que era buena. No porque alguien más lo dijera, sino porque al hacerlo disfrutaba del momento, me hacía feliz, me desconectaba de las preocupaciones y salía la parte creativa que había en mí. Todo esto hacía que pintar fuera bueno para mí y mi cuerpo lo sabía.
Dentro de mi experiencia en el campo de Fisioterapia en Salud Mental, me he dado cuenta de que muchas veces no estamos en contacto con nuestra verdad. Alexander Lowen lo dice de la siguiente manera: «Una persona se engaña a sí misma cada vez que no es veraz consigo. Pero para ser veraz consigo misma, la persona debe saber quién es y qué siente… El autoengaño es la consecuencia de una pérdida de contacto con el sí – mismo corporal. La persona que no siente lo que sucede en su cuerpo no está en contacto consigo misma… Incapaz de confiar en sus sentidos, cree lo que le dicen o lo que lee cuando se le presenta como un hecho objetivo porque no tiene forma de determinar la verdad… Nadie elige engañarse a sí mismo. El autoengaño se desarrolla cuando una persona ha sido engañada tan profundamente en sus relaciones personales que ya no confía en sus propios sentidos.»
Durante una sesión de fisioterapia un paciente con trastorno mental me dijo lo siguiente: “Pensé que no me gustaba el contacto físico con los demás, pero hoy me di cuenta de que me es muy agradable y lo necesito”. Para mi paciente la declaración “No me gusta el contacto físico”, era la verdad hasta ese momento. Sin embargo, al permitirse sentir, experimentar y vivenciarlo, descubrió su verdad.
Justo lo que vivenció mi paciente con el contacto físico, lo experimenté yo con la pintura. Para acceder a esta información, de cierta forma codificada en nuestro cuerpo, es necesario permitirnos vivenciar una experiencia nueva dejando a un lado los juicios y las ideas preconcebidas que tengamos, es decir, experimentarnos en el momento presente desde el amor.
Esta es una de las razones por las que me apasiona Fisioterapia en Salud Mental, porque nos permite contactar con nuestro cuerpo y, cuando lo hacemos, sintonizamos con nuestro ser, esencia y verdad. Cuando eso sucede, no solamente cambia nuestra percepción sobre nosotros mismos, sino que también se transforma la manera en que nos relacionamos con el ambiente y
los demás.
Sin duda, Fisioterapia en Salud Mental ofrece un puente para contactar con lo más íntimo de nuestro ser y, eso, nos cambia la vida.
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